(4 marzo 2013) GINEBRA – “Compartir el poder con las mujeres es un atajo para reducir el hambre y la malnutrición, y es la medida más eficaz para la realización del derecho a la alimentación”, afirmó el Relator Especial de Naciones Unidas sobre el derecho a la alimentación, Olivier De Schutter, al tiempo que instó a los gobiernos de todo el mundo a adoptar estrategias transformadoras de seguridad alimentaria que afronten las restricciones culturales y redistribuyan los roles entre mujeres y hombres.
“La agricultura familiar se feminiza poco a poco a medida que los hombres se ven obligados a abandonar el campo en busca de trabajo. Cada vez son más las mujeres que llevan la carga de sacar adelante granjas y familias y, a pesar de ello, con demasiada frecuencia se ven privadas de las herramientas necesarias para prosperar y mejorar su situación – tanto dentro como fuera del campo”, subrayó el Sr. De Schutter, al presentar su informe sobre el género y el derecho a la alimentación ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, hoy en Ginebra.
El experto acogió con satisfacción las iniciativas políticas que empoderan a las mujeres, como los cupos reservados a mujeres en India en los programas de obras públicas, pero advirtió de que las barreras que limitan la participación femenina en la sociedad son múltiples. “Las mujeres no podrán beneficiarse de los porcentajes de representación específicos de esos programas si no disponen de servicios adecuados para el cuidado de los niños”, afirmó. “Las medidas individuales no son suficientes – la reflexión sobre la redistribución de los roles y las responsabilidades entre mujeres y hombres debe hacerse de manera integral y sistemática”.
Como primer paso inmediato, el Sr. De Schutter exhortó a que se eliminen todas las leyes y prácticas discriminatorias que impiden a las mujeres acceder a los recursos agrícolas, tales como la tierra, los insumos y el crédito. Al mismo tiempo, el Relator abogó por que se alivie la carga que llevan las mujeres en relación con las responsabilidades vinculadas al cuidado del hogar, a través de la prestación de servicios públicos adecuados, tales como el cuidado infantil, el agua corriente y la electricidad. Tareas tales como buscar agua o encargarse del cuidado de niños y ancianos pueden suponer el equivalente de cerca del 15% del PIB en los países de renta media y hasta un 35% en los países de renta baja.
También pidió que renueve el interés por la educación. Los datos de un conjunto de países muestran que, entre 1970 y 1995, hasta un 55% de la reducción del hambre podría atribuirse a mejoras en la situación de la mujer en la sociedad. Los avances en la educación de la mujer (43%) resultaron ser casi tan importantes como la mayor disponibilidad de alimentos (26%) o los avances en salud (19%) juntos.
“Si se permite que las mujeres tengan acceso a la educación, varias piezas del rompecabezas de la seguridad alimentaria encontrarían finalmente el lugar que les corresponde”, explicó. “El gasto familiar en alimentación aumentará, los resultados en salud infantil mejorarán, y los sistemas sociales se rediseñarán - para las mujeres, por las mujeres – lo que resultará de gran ayuda y traerá consigo mayores efectos multiplicadores”.
Por otra parte, el experto de la ONU instó a los Estados a que apliquen estrategias transformadoras multianuales de seguridad alimentaria que promuevan la plena igualdad de todos, y que aboguen activamente por una redistribución de las responsabilidades y de los roles tradicionales entre mujeres y hombres.
El Sr. De Schutter destacó el programa de Bangladesh “Challenging the Frontiers of Poverty Reduction” (Cómo superar los límites de la reducción de la pobreza) como un ejemplo de cómo prestar asistencia social en formas que sean sensibles a las restricciones que sufren las mujeres, al tiempo que se hace todo lo posible por reducir tales limitaciones. Este programa incluye una reducción para las mujeres de los activos que requieren mano de obra intensiva, junto con una formación amplia en tareas de gestión de activos y desarrollo social.
El Relator advirtió que, si bien debe reconocerse la posición específica de las mujeres en estos programas, también debe ser cuestionada: “Hay una línea muy fina entre tener en cuenta las limitaciones específicas que pesan sobre las mujeres y exacerbar inconscientemente los roles de género y los estereotipos. Las estrategias de seguridad alimentaria deberían juzgarse por su capacidad para cuestionar los roles de género y empoderar verdaderamente a las mujeres. La sensibilidad de género es importante, pero no puede sustituir al empoderamiento”.
FIN
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Olivier De Schutter fue nombrado Relator Especial sobre el derecho a la alimentación en mayo de 2008 por el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. Su labor no depende de ningún gobierno u organización. Para más información sobre el mandato y la labor del Relator Especial, consulte: http://www2.ohchr.org/english/issues/food/index.htm o www.srfood.org
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